Desde la adolescencia, Leah Jorgensen de 33 años originaria de Estados Unidos, había tenido que lidiar con el bullying de sus compañeros de escuela, quienes le llamaban hombre por la gran cantidad de vellos que se asomaban por el cuello y las mangas del uniforme.
Pasó años rasurándose, pero eso ocasionaba que crecieran más y más, sin embargo, no encontraba otro remedio para su extraño padecimiento: el síndrome de ovario poliquístico, el cual es un desorden hormonal que ocasiona, entre otras cosas, el crecimiento excesivo de vellosidad en todo el cuerpo.
Por temor a que alguien descubriera su secreto vestía camisas de cuello de tortuga, manga larga y pantalones. Dio su primer beso a los 27 años y evitó ir al dentista por 12 años.
“Estaba convencida de que perdería a mi familia, amigos y que no podría tener un trabajo o novio. Pensé que viviría una vida miserable”, mencionó al contar su historia en redes sociales.
Fue hasta que un evento desafortunado, le ayudó a aceptarse tal y como era. En diciembre de 2015, un auto la atropelló mientras cruzaba la calle. Cuando los paramédicos la auxiliaron cortaron su ropa y fue la primera vez que alguien vio su cuerpo cubierto de pelos.
“Allí me di cuenta que a nadie le importaba cómo me veía, ellos solo me miraron como una persona. Y ese episodio sirvió para aceptarme”, señaló.
Ese mismo año Leah Jorgensen tuvo su primer novio y aunque ya no están juntos, asegura que el amor le ayudó a elevar su autoestima.
Actualmente, se dedica a dar clases a niños autistas y a ayudar a otras mujeres que padecen el mismo síndrome que ella.
¿Qué harías si padecieras el síndrome de ovario poliquístico?
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