Conocí al amor de mi vida y estaba por casarme con él. No me importaba que lleváramos menos de 3 meses saliendo, yo estaba enamorada.
O al menos eso creía a los 23 años. Probablemente, algunas se preguntarán (porque ya me lo han hecho saber), “¿por qué querías casarte a esa edad?”. La respuesta: no lo sé.
Supongo que en ese entonces, dado que vengo de una universidad católica, lo común era que mis compañeras comenzaran a comprometerse. ¿Y por qué no habría de hacerlo yo también?
"Vamos a casarnos"
Así que decidimos lanzarnos a la aventura. Él también estaba enamorado y le encantaba la idea de juntarse, ya que se acercaban sus 30 y, de alguna forma, sus padres comenzaban a presionarlo para que no terminara “solterón”, como sus hermanos.
La búsqueda no tomó mucho tiempo. En realidad, nos llevó algo así como un mes encontrar el anillo ideal, del cual no recuerdo mucho, dado que sólo lo vi una vez. Sin embargo, hay algo que jamás olvidaré: luego de que la dependienta nos lo mostrara, me congelé. No podía moverme y sonreía nerviosa. Hoy sé que no estaba tan segura como creí de unir mi vida con la suya.
Una vez que terminó de pagarlo, comenzó la espera. Al principio fue un mes, luego 2 y después 6. Cumplimos 2 años y cuando menos me di cuenta, nos acercábamos a cumplir 3. Durante este tiempo, él jamás hizo un comentario al respecto, era yo quien tenía que cuestionarlo sobre la fecha, pero la pedida de mano jamás llegó.
La decisión
Finalmente, un día de marzo, mi ahora ex decidió que era momento de ponerle fin a la relación. Honestamente, ya llevábamos algunos meses arrastrando problemas, y creo que la ilusión del “amor de nuestras vidas" podía más que el verdadero amor.
A la fecha, agradezco que ese enlace no se haya concretado. Aprendí mucho de mi ex y de la relación, y crecí a pasos agigantados. Sin embargo, admito que era una decisión precipitada y que no éramos el uno para el otro.
Luego de casi 3 años de relación, hoy puedo decir que no tengo idea de lo que quiero.
No sé si deseo casarme o tener hijos. Eso sí, sé que en un futuro me gustaría estar con alguien, pero también me he vuelto más exigente y selectiva respecto a las personas.
Del anillo no volví a saber. Al mes de haber terminado, mi ex novio me dijo que lo había empeñado. Espero que sea cierto y que lo haya cambiado por una guitarra o algo para él.
Lo que sí recuerdo es que ese anillo tenía un brillo especial, como el romance que a ambos nos marcó.
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