Es curioso que cada vez son más las parejas que deciden sostener una relación abierta. Para muchos, puede resultar confuso el hecho de saber que, a pesar de estar comprometido con alguien, existe la posibilidad de disfrutar la compañía de otra persona.
Nos han educado a ser fieles, la promiscuidad es juzgada y, en México, la poligamia es causal de divorcio. Entonces, ¿por qué son cada vez más las personas que buscan una relación abierta?
Cuando era adolescente, recuerdo escuchar a la mamá de una gran amiga decir que un solo hombre no te puede dar todo lo que deseas y necesitas. Sus palabras se grabaron en mi memoria y desde entonces he analizado si es verdad o no que una sola persona puede darte todo lo que buscas en una relación de pareja.
Está comprobado que la etapa de enamoramiento dura entre cuatro y seis años. Una vez transcurrido ese tiempo, si no interviene la voluntad para amar al otro, es posible que la relación termine.
Psicólogos de la Universidad de Stanford concluyeron que el ser humano sostiene una serie de relaciones monógamas a lo largo de su existencia, lo cual rompe el esquema de un solo amor para toda la vida.
Ahora, ¿qué sucede cuando crees haber hallado a tu media naranja y termina la etapa de enamoramiento tan intoxicante que consume y te hace pensar que has encontrado a la persona con la cual quieres vivir por el resto de tus días?
Te das cuenta de que tu pareja es un simple ser humano imperfecto, con virtudes y defectos, con una personalidad definida y diferentes necesidades. Es por ello que una vez que el enamoramiento termina, debe intervenir la voluntad para generar una relación perdurable.
Las personas que mantienen una relación abierta establecen acuerdos que deben ser respetados para que en realidad funcione esa apertura.
La base de una relación abierta es la libertad de tener sexo con otras personas, sin olvidar que el verdadero compromiso es con la pareja. Es decir, el acuerdo permite infidelidad física, pero busca la fidelidad emocional.
La diferencia es sutil, pero comprenderla es la base para que una relación abierta funcione.
Sin caer en moralidades, una relación de este tipo podría resultar peligroso, pues la posibilidad de entrar a una nueva fase de enamoramiento con alguien más es real.
La reacción bioquímica en el cerebro cuando tienes sexo produce estados que originan cercanía entre dos personas y me parece que el riesgo de amar a dos personas o más es latente cuando decides tener una relación abierta.
Yo soy defensora del amor y voto para que entre seres humanos prevalezca el amor por sobre todas las demás cosas, pero para muchos, el amor de una pareja incluye fidelidad absoluta.
Cuando ésta no existe, las reglas del juego deben ser lo suficientemente claras para que nadie resulte lastimado.
Si en realidad ambas partes respetan los acuerdos, mantener una relación abierta es posible, pero esa libertad, que para muchos es inmadurez y evasión al compromiso, debe ser ejercida con responsabilidad y honestidad.
Si dos personas se consideran aptas para estar con alguien más en la intimidad sin que afecte el amor que sienten el uno por el otro, una relación abierta puede ser muy satisfactoria y creo que hasta divertida.
Una nueva forma de relacionarse está surgiendo y sólo el tiempo podrá decirnos si una relación abierta es total libertad o simple inmadurez.
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