Casi todos recordamos Mamma Mia!, una adaptación del famosos musical inspirado en canciones de ABBA. Todos cantamos y bailamos sin parar en esta comedia romántica, y esperamos con ansias su secuela.
10 años después llega una secuela innecesaria, pero que, a diferencia de su antecesora, entiende mejor su rol de película consciente de sí misma y de sus absurdos, y por resultado queda una cinta redonda, disfrutable y que sin dificultades es mejor que su antecesora.
Narrada en dos líneas de tiempo, Mamma Mia!: Vamos otra vez retrata, por una parte, la reapertura del hotel de Donna, el personaje de Meryl Streep, luego de su muerte un año antes y, por otra, las aventuras amorosas de la joven Donna (en piel de Lily James) que eventualmente la llevan a instalarse en Grecia.
Los amores de Donna, sus amigas y su embarazo son el centro de una línea, mientras que en la otra lo son el reencuentro de las mismas personas, una vez que ella murió.
La primera Mamma Mia! gozó de las canciones más populares del repertorio de ABBA, lo que deja a esta secuela en una posición de aparente desventaja y en la necesidad de repetir algunas piezas para no perder al espectador que no conozca religiosamente el trabajo de la agrupación.
Tampoco es buena señal el enfoque inicial en la joven Donna, pues el atractivo de la primera película era ver a un reparto consagrado al servicio de las canciones pop de ABBA, con todos los pros y contras que ese supuesto sugería.
Pero conforme Mamma Mia!: Vamos otra vez avanza, queda claro que ninguno de esos aspectos es desventaja. Desde el arranque presume una mano firme en la dirección y un ímpetu por hacer extensiva la nostalgia que el mero empleo de las canciones de los suecos implica.
Esta es una segunda parte que destina peso a cada personaje, a la que le interesa reforzar la idea de familia y amistad en el espectador, y que se preocupa en que este se mantenga esbozando una sonrisa durante las casi dos horas de duración.
Los ingredientes siguen siendo los mismos de la primera cinta, pero sorpresivamente están mejor aprovechados.
Al final, y aun siendo innecesaria, Mamma Mia! Vamos otra vez es una mejor experiencia que la cinta predecesora; sabe utilizar la nostalgia más allá del espectro musical, y deja a la audiencia en ese punto donde un ligero humedecimiento de ojos es imposible de ocultar.
*Imágenes: Universal Pictures.
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