Cuando eramos estudiantes no había nada mejor que las vacaciones: dormir hasta tarde, salir, comer chatarra y desvelarte sin preocupaciones.
Pero como todo lo bueno de la vida, las vacaciones terminaban y había que enfrentar a estas 10 cosas que todos odiábamos del regreso a clases.
1. Los libros de vacaciones
No sabemos a qué ser maligno se le ocurrió crear un libro de ejercicios para las vacaciones, pero existían y se encargaban de arruinar tus últimos días de libertad.
Porque nadie en su sano juicio pasaría el verano haciendo tarea, así que dejabas todo para el último fin de semana y te quedabas aburrido con montones de ejercicios de matemáticas.
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2. Forrar cuadernos
La tortura del regreso a clases empezaba desde un par de días antes con la eterna jornada de forrar cuadernos.
Aunque nuestras mamás y papás hacían la mayor parte del trabajo, nunca faltaba que a ti te pusieran a buscar las figuras que tenían que ir en la portada o a forra ese maldito Atlas que no cabía en ningún lado (y ni ocupabas).
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3. Despertar temprano
No importa si ibas en primaria o en la univerisdad, después de semanas de despertarte hasta que te diera la gana, no hay reto más difícil que madrugar.
El primer día de clases tu eres básicamente un zombie, te vistes, desayunas y caminas por pura inercia (y porque tu mamá va detrás de ti regañándote).
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4. La mochila pesa más que tú
No hay mochila más pesada que la del primer día de clases, porque ese día llevas absolutamente todo.
Todos los cuadernos, libros, el lunch, el agua y hasta los paquetes de 500 hojas de papel bond blancas que seguimos sin saber para qué las necesitan los maestros.
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5. El transporte público
Si te tocaba moverte en transporte público, el primer día de clases era los más parecido a un apocalipsis zombie.
El metro, los autobuses, el microbús, las calles, todo iba a reventar y tú ahí apretado con tu mochila intentando no morir.
6. Adaptarte
Si habías cambiado de escuela o de turno, los primeros días eran lo más parecido a respirar en otro planeta.
No concoes a nadie, no sabes con quién juntarte en el recreo o las horas libres; sí, a la larga harás amigos pero esos primeros días son toda una tortura.
7. Las presentaciones sin sentido
Esto ocurría más en preparatoria y universidad y era de lo más tedioso del regreso a clase.
Todo el primer día (si no es que toda la primera semana) consistía en decir tu nombre, tu edad y por qué habías elegido esa carrera entre tres y cuatro veces.
Bonus: si tenías un nombre raro, tenías que decir cómo se pronunciaba y su significado.
8. Tus compañeros odiosos
No importa si tenías seis años o veinte, siempre había alguien en el grupo o la generación que era insoportable de ver.
Y, como suele pasar con ese tipo de personas, era casi un hecho que te lo encontraras en el pasillo o, peor, que fuera tu compañero en alguna clase.
9. El profesor que hacía examen el primer día
Nunca faltaba el profesor que, como no había preparado NADA para el primer día de clases, se le ocurría hacer un examen sorpresa o dejar montones de tarea.
Tal vez no recibió amor en su vida, tal vez se cayó de chiquito, pero jamás comprenderemos tanta maldad.
10. La tarea
Adiós a las tardes libres, después de unos días ya tienes lecturas, ensayos, ejercicios, mapas, esquemas, resúmenes, contorles de lectura y todo lo que puedas imaginar.
Y así empieza la cuenta regresiva hasta las próximas vacaciones.
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