Estoy viviendo un proceso de divorcio y siento que ha sido interminable.
Más de dos años de separación en el que ha habido estira y aflojes en cuanto a quién se va a quedar con qué, la pensión alimenticia, los niños...
Y hoy amanecí con la noticia de que la Cámara de Diputados avaló una reforma que en caso de divorcio, la custodia de los hijos no será para la madre de forma inmediata como se venía haciendo.
Una noticia que me trae sensaciones encontradas, porque a pesar de que estoy a favor de que lo más importante sea atender el bienestar de los niños y de que me interesa la igualdad entre hombres y mujeres, me afecta porque no sé qué pasará si pierdo a mis hijos.
No, no es que sea mala madre, es que ya no sé qué esperar de un hombre que se fue de la casa para vivir su vida libremente sin voltear a ver atrás y pensar en su familia.
No soy mala madre porque quiera salir de vez en cuando para divertirme y olvidarme de una situación que ha roto mi vida en pedazos.
No soy mala madre porque no sea yo quien cocine y atienda a los niños, sino su abuela o la señora que me ayuda en la casa porque yo tengo que salir a trabajar.
No soy mala madre por mandar a la escuela a mis hijos a pesar de la pandemia, porque tengo que irme a trabajar a la oficina.
No sé lo que mi ex y su abogado pueden decir en un juzgado, cualquier cosa puede ser usada en contra de una madre para hacerla sufrir.
Hace poco me enteré de lo que es la violencia vicaria y me pude dar cuenta de pequeños detalles en este proceso de divorcio que me saltaron en la cara: no, no fueron casualidad, la violencia contra la mujer por medio de los hijos es real y la he vivido.
Las discusiones, los gritos, el control silencioso del dinero y tiempo con los niños, algunos reclamos que me hicieron mis dos hijos más grandes me hicieron dudar de mí, me hicieron pensar que estaba viendo cosas donde no las hay, pero no fue así.
Por eso temo... tengo miedo de que me quiera quitar la guardia y custodia de mis pequeños argumentando cualquier motivo y haciéndolo más grande o grave de lo que en realidad es.
Sé que muchas madres han pasado por lo mismo y no quiero ser una más en esa larga lista de injusticias.
La demanda de divorcio que interpuse me deja en un limbo lleno de dudas que mi abogada intenta responder para calmarme, pero esto se suma a una larga lista de preocupaciones que permean mi vida: el trabajo, el dinero, la guardería, la salud de mis papás, la pandemia, los niños...
Aunque este proceso de divorcio ha sido desgarrador y he sufrido enormemente dejando atrás la idea de familia que habíamos formado por más de ocho años, en ningún momento he hablado mal de mi ex con los niños.
Porque aunque siento que lo estoy perdiendo todo, lo primero son ellos, mis hijos y su salud emocional. Lo demás ya se verá.
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