La dramática primera vez: “Después de esperar dos largos años, finalmente lo hicimos”

Soy yo otra vez, la eterna novia.

 

Cuando creí que lo difícil sería conquistarlo, me di cuenta que apenas se trataba del comienzo.

 

Después de más de 200 salidas, me pareció que ya era momento de avanzar a “tercera” base. En realidad yo habría querido hacerlo muchísimo antes… pero bueno.

 

Parece ser que es mi destino dar el primer paso siempre. Lo hice cuando comencé a hablarle, cuando lo invité a salir, cuando nos besamos y esto no sería la excepción.

 

Decidí tomar la iniciativa de nuevo, después de los cada vez más frecuentes y acalorados encuentros con mi novio en lugares poco ortodoxos (lo que viene siendo el faje), se lo pregunté:

 

—Oye, creo que es obvio que yo quiero y creo que tú también quieres, así que por qué no…
—Eh, sí, yo también quiero, vamos a platicarlo.

 

¿O sea, cómo? 

 

¿Platicarlo como una hipoteca? ¿Platicarlo como la compra un tiempo compartido?

 

La respuesta no puede ser más diferente a lo que había esperado.

 

Esta vez no solo me sentí impaciente, desesperada. También me quedé con un extraño sentimiento de “suciedad” por proponerle que tuvieramos sexo después de más de un año de ser novios.

 

Era más joven y no entendía muchas cosas.

 

Ahora sé que esa sensación de suciedad no era más que culpa por todo es que nos han inculcado siempre: él tiene que tomar la iniciativa, tú no tienes que andar de buscona, él es quien debe dar el primer paso, tú date a desear.

 

El drama tuvo un final feliz y en menos tiempo de lo esperado.

 

Tres días después (ok, sí, el hombre es lento) él me llamó para decirme: “¿Lo hacemos mañana?”

 

¡Por fin!

 

Aunque, espera, ¿dónde? Los dos vivíamos (todavía vivimos) con nuestros papás. 
Y entonces, como es la costumbre, también tuve que organizarlo todo.

 

¿Valió la pena?

 

Una y mil veces.

 

Cuando llegó el momento, me di cuenta de que la espera lo valió todo y volvería a esperarlo otra vez para estar con él. No importa que tenga que dar el primer paso. Siempre.

 

¿Será que debo proponerle matrimonio también?

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