Antes de empezar con este análisis de 'Yo soy Betty, la fea', seamos muy claros con algo, esta novela marcó un precedente como nunca antes se había visto en la televisión gracias a la calidad actoral de su elenco y a la ejecución con la que se realizó.
Es decir en términos técnicos, 'Yo soy Betty, la fea' no tiene ningún pero e incluso está tan bien hecha que en muchas secuencias de la telenovela hay un lenguaje cinematográfico destacable (si aunque sea una telenovela), como sucede en varias tomas en donde Betty queda justo en medio de Don Armando y Marcela, dando a entender al espectador más avispado, que ella será quien se interponga en su relación.
Pero entonces ¿por qué 'Yo soy Betty, la fea' es una mala telenovela?
Por la sencilla y simple razón que la telenovela que inició con un guión diferente, audaz e inteligente, en comparación al de muchas otras telenovelas, terminó siendo tan complaciente con el espectador que se volvió predecible.
Todos sabemos que Betty es una mujer inteligente, leal y soñadora. Su defecto más grande es el poco amor que siente por ella misma y por eso permite que sus "amigas", su papá, su jefe e incluso la novia de su jefe le pasen por encima.
'Betty no es fea, es profundamente insegura', fue la forma en la que Ana María Orozco describió a su personaje y tenía razón.
Betty le daba tanto valor a lo que los demás decían de ella que terminó por creer que era fea, cuando sólo tenía un atuendo poco favorecedor, creyó que era tonta, pese a que era la más preparada para llevar una empresa y aceptó las migajas de un amor, porque "bastante favor le hacía un hombre como Armando fijándose en ella".
Pero las cosas cambian para Betty cuando padece el desamor de Armando. En este momento su personaje da un giro por todas las cosas que ha vivido, y por esta razón ya no puede ser la misma.
Esto en el teatro, en el cine y en la literatura "el giro del personaje" principal es esencial. Cuando el personaje de cualquier historia se transforma y cambia (para bien o para mal) la historia gana peso, porque queda un aprendizaje tanto para el protagonista como para quien lee o ve esta historia.
Betty deja de ser sumisa y opta por la rebeldía, deja de ser callada para revelar lo que realmente piensa. Ella no quiere ser más una mujer abnegada y entonces viene la transformación desde adentro y hacia afuera.
Betty, deja de creer que es una mujer fea y entonces su belleza no puede seguir ocultándose más. Deja de pensar que merece el poco amor de un hombre y entonces llega alguien que se fija en ella por lo que es y vale: Michel Doinel.
El personaje que nunca cambia es, por el contrario, el villano, él sólo quiere hacer su voluntad y cumplir su cometido. Fernando Gaitán, el creador detrás de esta historia nos lo revela con sutileza.
El antagonista es Armando Mendoza, pues pese a todos sus errores sigue siendo chantajista, convenenciero, controlador, manipulador y mentiroso. Por si fuera poco ahora es celoso y persigue a Betty a todos lados, pese a que ella le pide que la deje en paz.
Los histéricos intentos de estar cerca de Betty y el saboteo a la cita con el francés parecen demostrar que no es el adecuado para ella.
Para colmo se sale con la suya: su familia no pierde la empresa, él no se hace responsable de sus actos jamás y además se casa con la mujer que lastimó e hirió cada vez que pudo y con la que está encaprichado.
Por esta razón 'Yo, soy Betty, la fea' es una mala telenovela, pues nunca termina de empoderar a su protagonista y opta por contarnos la misma historia de siempre: una mujer que renuncia a tomar las riendas de su vida y se somete a la voluntad de un hombre.
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