Cuando era niña, era común que mis papás me dijeran "cuando tengas hijos me vas a entender". O hablar de lo que sería convertirme en mamá, de los retos a los que me enfrentaría, de cómo llegaría —por fin— a entender lo que me decían.
Y no sólo mis papás, mi abuela y mis tías me lo decían. Poco tiempo después mis amigos con hijos empezaron a decirlo. Porque de pronto, las personas con hijos olvidan que no todos aspiramos a lo mismo y que no todos deseamos lo mismo.
Así que cuando llegué a la conclusión de que "a lo mejor no quería tener hijos" tuve que trabajar un montón para no caer en una crisis existencial y para abrazar una decisión que era mía por primera vez.
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Tenemos que dejar de decir "cuando tengas hijos" como si fuera algo que está destinado a suceder, algo inevitable, algo que va a pasar quieras o no.
Tenemos que dejar de hablar de los hijos que van a tener nuestros propios hijos, nuestros amigos, nuestros hermanos... y si acaso cambiarlo por una posibilidad. Empezar a decir "si algún día tienes hijos".
Porque uno nunca sabe si la otra persona va a decidir tener hijos o no, si va a poder tener hijos o no, pero especialmente, si va a querer tenerlos.
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Parece algo mínimo, o pequeño, ¿qué puede cambiar si le decimos a una niña "si un día tienes hijos" vas a entender por qué te pido que hagas la tarea? Pero al final tiene mucho peso, no la estamos educando para que se convierta en madre, sino en persona.
Ya les he contado de mis propias razones para no tener hijos, y cada quien tendrá las suyas, pero será más fácil tomar una decisión consciente si no estamos impulsadas por toda una vida escuchar sobre nuestros propios hijos.
Y es que hay muchas mujeres (y hombres) que se convierten en padres porque creen que es lo que sigue en la vida, que no hay otra opción, que es lo natural. Y ésa es la peor forma de decidir tener hijos.
Foto: Omid Armin para Unsplash.com
Cambiar de forma colectiva el destino de tener hijos por una posibilidad, nos ayudará a tomar la maternidad como una decisión más equilibrada.
Nos recordará que convertirnos en madre no es el momento más importante de nuestras vidas, sino que parte de una decisión y una búsqueda, no de un designio divino.
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