Cuando estás gorda pasa algo muy curioso: cualquiera puede llamarte "gorda", excepto tú misma.
En cuanto te describes usando esa palabra o te llamas a ti misma "gorda", quienes te rodean te corrigen, te compadecen y te sugieren otras opciones.
"No eres gorda"
"No te digas así"
"Eso se oye muy feo"
"Gorda no, gordita o llenita"
"Pasadita de peso"
IMAGEN: Instagram.com/soycurvy
Lo increíble es que los demás sí pueden llamarte "gorda".
Claro, siempre que se ofrezca insultarte.
Porque algo pasó en los últimos 2020 años de historia de la humanidad que convertimos la palabra "gorda" en un insulto gravísimo.
(Coff.. coff.. patriarcado)
Y por eso urge recuperarla, usarla y sentir el superpoder de llamarte a ti misma "gorda".
Pasan muchas cosas cuando comienzas a llamarte gorda.
Primero se da un fenómeno similar a cuando dices una misma palabra muchas veces.
Repite la palabra "lámpara" cien veces en voz alta y verás que, por ahí de las treintava, hasta pierde el sentido y se escucha rara.
Igualito.
Pronto pierde ese significado, esa fuerza y ese peso negativo.
IMAGEN: Instagram.com/ tessholliday
Segundo, dicen que lo que no se nombra no existe.
Llamarte gorda también es asumir el cuerpo que habitas.
No es odiarlo, es reconocerlo, es honrarlo, es empezar aprender a valorarlo.
Y, tercero, si todo sale bien, la próxima vez que alguien te llame "gorda" u opine sobre tu cuerpo, tú serás mucho más fuerte.
Hazlo de a poco, empieza contigo misma, en tus redes y círculos de confianza, casual en conversaciones.
Por último, si quieres seguir esta conversación, sígueme en Instagram donde abordo este y otros temas de amor propio. Soy @lasenoritacora y, por cierto, estoy gorda.
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