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En noviembre de 2006, la actriz, guionista y directora de cine, Adrienne Shelly fue asesinada en su departamento por un hombre que quiso hacer pasar la escena como un suicidio, pero no lo logró gracias a la insistencia del marido de Shelly.
En enero de 2007, su tercera y última película, Waitress, fue estrenada en el festival de cine de Sundance con una gran recepción del público y la crítica (actualmente tiene 90% de aprobación en Rotten Tomatoes).
Es imposible, después de conocer ese hecho, que la película no agarre un sentido más profundo, empañada como está por la tragedia. Shelly la escribió cuando estaba embarazada de su primera hija.
Waitress cuenta la historia de Jenna (Keri Rusell), una mesera experta en pay y tartas que está casada con un hombre que la violenta física y psicológicamente. Ella lo odia. En la primera escena de la película, descubre que está embarazada.
A través de los pays que hornea, Jenna le va contando al bebé que lleva en su vientre cómo se siente, qué necesita y por qué empieza a tomar las decisiones que toma: dejar al marido, no dejar al marido, enredarse con otro hombre, elegir ser feliz.
Waitress cuenta con las actuaciones de Rusell como protagonista, Cheryl Hines y la misma Adrienne Shelly como sus mejores amigas, Nathan Fillion y Jeremy Sisto como los hombres de su vida, y el legendario Andy Griffith como la voz que le dice: amiga, date cuenta de todo lo que tienes para ser feliz.
Cuando oí hablar de Waitress por primera vez fue por todo el ruido que había alrededor del musical que se estrenó en 2016 en Broadway inspirado en la película. No me decidía a verla porque tenía la impresión de que sería algo cursi, pero estoy haciendo un reto de ver películas dirigidas por mujeres este año y me decidí.
Waitress es una de las mejores películas que he descubierto este año. Se mueve en la perfecta intersección entre un realismo terrible y una fantasía esperanzadora.
El guión de Shelly está lleno de pequeñas lecciones y reflexiones sobre el amor y el amor propio, que no solo explora en su protagonista, sino en sus amigas.
Hablándole al bebé aún en su vientre, Jenna dice:
"Espero que algún día alguien quiera abrazarte por 20 minutos sin parar y eso sea todo lo que hagan. Sin que se separen. Sin que vean tu rostro. Sin que intenten besarte. Todo lo que hacen es rodearte con sus brazos y apretar, sin una pizca de egoísmo".
Este es el deseo que todos llevamos dentro. A veces, nosotros mismos tenemos que ser ese alguien.
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