La depresión es una mentirosa. Una tras otra, con mentiras, te hace creer que no vales nada, que eres una causa perdida y te arrebata la alegría de vida.
Luego, el estigma de este trastorno provoca más mentiras, por ejemplo, todas esas que dices cuando eres presa de una depresión, y encima, la falta de empatía genera que el paciente mienta aún más.
Te sientes solo, el corazón duele, las lágrimas no cesan, te enfrentas con ansiedad y sentimientos de desolación y, además, con las dolencias físicas que caracterizan una depresión. No hallas las palabras para explicar lo que estás viviendo.
La culpa de sentirte así te lleva a creer que, si reconoces tu depresión, serás una carga para quienes te aman y temes que nadie te entienda. Te aíslas un poco y esas mentiras sutiles que dices para evitar la preocupación de los otros pueden condenarte a una depresión incluso más grave.
Es una mentira decir “Estoy bien”. No lo estás.
El primer paso para revertir una depresión es reconocerla. Cualquiera puede sufrir una; nadie está exento. La causa de la depresión es multifactorial, pero es primordial “rendirse” ante ella, aceptarla y, entonces, pedir ayuda.
Es una mentira decir “Lo hago después”. Los días van a pasar y no harás nada, y entonces te das cuenta de que ni siquiera has podido lavarte los dientes.
Cuando estás deprimido, no existe la fuerza de voluntad y creer que al día siguiente te vas a sentir bien y harás algo tan sencillo como salir de la cama y tenderla es una mentira.
Es una mentira decir “Sólo estoy cansado”. La depresión es una condición que tiene como síntoma la fatiga y desordenes de sueño, pero no se trata de simple cansancio. Estar deprimido es la cancelación de tu ser; significa que eres incapaz de generar un sentimiento de bienestar contigo mismo.
Es una mentira decir “No necesito nada”. Necesitas apoyo, tanto profesional, como personal. Necesitas amor y empatía. Validación, pero no lástima. Necesitas contención. Necesitas de aliados para combatirla.
Es una mentira decir “Sólo quiero estar solo”. Da pánico reconocer que estás deprimido, no quieres abrumar a nadie, pero lo que más precisas es acercarte a quienes te aman. A veces un abrazo es más que suficiente y rodearte de tus seres queridos puede aliviar la sensación de soledad. Nadie quiere estar solo cuando lo está pasando mal y decirlo es una mentira.
Lo que sí ayuda y mucho es ser honesto con tu pareja, amigos y familia. Lidiar con una depresión es complejo, toma tiempo y es crítico recibir un tratamiento integral para combatirla. Sin embargo, es fundamental comprender que es pasajero. Debes ser compasivo contigo mismo y entender que no es gobernable para ti, aunque no deja de ser algo que puedes revertir.
La honestidad contigo mismo y con quienes te rodean es una manera de encarar con madurez y templanza la depresión y será más sencillo librar la batalla.
Tu valor como ser humano no se cuestiona y no debes culparte jamás por sentir depresión, tú no te lo provocaste. Si te encuentras lidiando con ella, evita las mentiras contigo y con los demás.
Reconocer que se necesita ayuda es el primer paso y es de valientes. Una tras otra, las mentiras tienen consecuencias. Es válido decir “No puedo solo y no sé por qué me siento así”. No te rindas jamás y busca sanar desde la honestidad.
Al final, la depresión va a pasar; cómo la enfrentes es tu decisión.
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