Céline Sciamma: ella nos recordó que el amor entre dos mujeres es universal
Quisiera recordar con nitidez cuál fue la sensación que tuve cuando vi Tomboy, la primera película de Céline Sciamma que conocí.
Lo que sí recuerdo es que fue con Girlhood que la descubrí de un modo más completo y noté que el cine había cambiado para mí. El cine también podía tratar de mí, de las sensaciones que tuve al crecer, de mis dudas y miedos; podía sentirme reflejada en la pantalla.
Tiempo después, ya enamorada del trabajo de la directora, visité por primera vez su opera prima Water Lilies (Naissance des pieuvres), creyéndola una película menor por lo que sabía hasta entonces, y descubriendo —por el contrario— todo el potencial y la fuerza de su filmografía posterior.
El cine hecho por mujeres tiene una historia larga, pero lo que resalta en ella es la poca existencia de historias dirigidas por nosotas: historias que hablen de lo que sentimos y no sólo nos muestren en la manera en la que nos ven los hombres.
Y si hablamos de representación de las lesbianas, las opciones se reducen aún más.
Tenemos cine gay, sí, pero protagonizado por hombres. Tenemos películas de lesbianas, pero vistas desde la mirada masculina (por recordar las más conocidas Carol y La vida de Adèle.
La más reciente película de Céline Sciamma: Retrato de una mujer en llamas (Portrait de la jeune fille en feu) le ha dado el reconocimiento que merecía desde sus películas anteriores, exhibidas también en Cannes, pero en muestras paralelas.
Retrato de una mujer en llamas, sin embargo, es también la muestra de la madurez alcanzada por la directora y de la posibilidad de contar historias universales que llegan a cualquier persona.
Películas sobre "crecimiento" con las que Céline creció
Las tres películas previas de Céline Sciamma pueden ser vistas como una trilogía, son catalogadas como "coming of age", películas sobre la adolescencia, la infancia y la madurez.
Lamentablemente, muchas veces esta categoría se toma como si las cintas sólo pudieran ser disfrutadas por personas de esa edad.
Del mismo modo, las dos primeras películas abordan también el descubrimiento sexual y la búsqueda de una identidad de género, lo cual las vuelve a etiquetar como dirigidas a sectores LGBT+.
Céline Sciamma es de las pocas directoras capaces de conmover lo mismo con Vivaldi que con RIhanna, y de crear el escenario en el que pueda transmitirnos tantas cosas sin necesidad de palabras, porque todo está dicho ya.
El hilo que une a todas las películas es también el guion, escrito en todos los casos por la misma directora, y que nos permite ver el compromiso que tiene con las historias que cuenta en papel y luego lleva a la pantalla grande.
Su última película, Retrato de una mujer en llamas, es hasta el momento la obra maestra de la directora francesa.
En ella se conjuga una historia de amor universal interpretada por dos mujeres. Una historia de un amor imposible, tan universal como Romeo y Julieta, en el que dos personas que se quieren no pueden estar juntas por las circunstancias que las rodean.
Es además la muestra de que la directora francesa aún tiene mucho que brindarnos, y que en cada película la veremos crecer más al lado de sus historias y protagonistas.
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