Me tomó años entenderlo, pero un día me di cuenta tan fácilmente, aunque me dolió aceptarlo. Mi familia nunca me amó, sólo me usó.
Después de tantas mentiras y manipulación, supe que mi verdadera familia era aquella que yo he ido formando con mis amigos, con mi pareja, no con quienes comparto la sangre.
Cuando veo situaciones como la de Frida Sofía vs Alejandra y Enrique Guzmán o Britney Spears denunciando el maltrato de su padre, no puedo evitar sentirme identificacada.
La gente no les cree inicialmente, las llaman "locas", las juzgan severamente, ¿cómo alguien puede rebelarse ante la figura materna o paterna? Si ellos son quienes te cuidan y protegen.
Sin embargo, lo que muchas personas no ven es que quienes te deben de cuidar muchas veces son a quienes menos les importas como ser humano. Por eso aprendí a soltar a quienes me soltaron desde el inicio.
Cuando veo lindas escenas familiares -sobre todo en las películas- no dejo de anhelar vivir algo similar. La navidad y otras festividades familiares a veces son duras para mí, pero luego volteo a ver todo el amor que me rodea gracias a mis amigos y no puedo evitar sentirme afortunada.
Además, la frialdad con la que fui tratada durante años me motivó a amar de manera distinta. Ahora empiezo a querer como me gustaría que me hubieran querido.
Es una pena que nadie me escuchó cuando expresé desacuerdos. A veces el resentimiento me gana y me llena de indignación que hayan tratado a una niña pequeña con tanto desinterés, con tan poca humanidad.
Insisto, esa situación me llevó a iniciar de cero conmigo. Aunque es muy difícil desapegarse de lo que viste como niña, me esfuerzo diariamente por evitar repetir los patrones de violencia.
Porque como han expresado Frida Sofía, Britney Spears y otras mujeres famosas cuando denuncian a sus familias: la violencia no sólo son golpes y agresiones explícitas; es hacerte creer que cada desacuerdo tuyo es una "falta de respeto", cuando sólo estás mostrando tu criterio y voluntad, como cualquier otro individuo; es obligarte a hacer ciertas cosas, aunque trates de dar tus razones; es cambiar los hechos a conveniencia de los adultos; es ser tratado como un objeto.
Yo me esfuerzo también por no guardarles rencor, por desearles lo mejor. Creo en los reencuentros y en las vueltas que da la vida, estoy segura que de alguna manera el karma hará lo suyo.
En medio de este proceso tan doloroso y desordenado que es desapegarse de tu familia de sangre que nunca te quiso, hay días en los que me dan ganas de colocarme un letrero que diga:
"Perdón por el desorden, estoy tratando de volver a ser yo".
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