Esta no es la primera vez en la historia que se vive una pandemia y las tendencias del momento también han registrado estos hechos históricos, como lo demuestra el efecto de la tuberculosis en la moda y el estilo victoriano.
Ya te hablamos un poco sobre cómo el covid afectó algunas de las tendencias de este 2021: desde el regreso de los tacones, hasta el amor por el cottagecore. Pero en el siglo XIX, la tuberculosis marcó a la industria de una forma bastante tétrica.
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La entonces denominada “tisis” es una infección bacteriana de contagio. Ya que los antibióticos aún eran inexistentes, las víctimas se consumían poco a poco, tornándose pálidas y delgadas, hasta que finalmente morían por desgaste.
A finales del siglo XVIII y comienzos del XIX la muerte en el Romanticismo era vista como una liberación; y el suicidio o el abandono total hasta contraer la enfermedad constituía una meta admitida y deseada.
Incluso se propagó la creencia de que su padecimiento provocaba "raptos" de creatividad o euforia denominados "Spes phtisica", más intensos a medida que la enfermedad avanza, hasta el punto de producirse una fase final de creatividad y belleza supremas justo antes de fallecer.
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Así, la romantización que se hizo de la “peste blanca”, llegó a tales niveles que muchas mujeres trataron de emular la apariencia de quienes la padecían y la industria supo cubrir esos deseos.
Cuál fue el efecto de la tuberculosis en la moda
La enfermedad altamente infecciosa, que ataca a los pulmones y daña otros órganos pronto estableció los ideales de belleza dignos de toda novela de la época victoriana, buscando emular los rasgos físicos resultado de la enfermedad y los rústicos tratamientos contra la misma.
Como explica Carolyn Day a la “Smithonian Magazine”, desde 1780 y hasta 1850, se observó un aumento de la estética de la tuberculosis en la belleza femenina, recreando la delgadez con corsets, y una gama de cosméticos entre los que no podía faltar el polvo de arroz para imitar la palidez y el rubor para las mejillas.
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Otros de estos ideales incluían cabello fino y sedoso, ojos brillosos y dilatados y labios rojos, rasgos comunes también en los pacientes del “mal de vivir”, como también se le llamó a esta enfermedad que hoy se sabe son causadas por presentar una fiebre frecuente de bajo grado.
Así, el estilo victoriano surgió, dejando un gran efecto de la tuberculosis en la moda y uno de los mitos más dañinos en torno al corset: el “tightlacing”.
El auge del estilo victoriano y su declive fueron efecto de la tuberculosis en la moda
En la alta sociedad europea de la primera mitad del siglo XIX, la relación entre la belleza y la tuberculosis llegó a tal grado que decir que una mujer parecía atractiva era el equivalente a decir que tenía una fuerte predisposición a la enfermedad.
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Una de las formas en que esto se trasladó a la moda fue con el aumento de los corsets de talle bajo que ahora asociamos al estilo gótico de la época victoriana. Estos solían acompañarse de diferentes añadidos que se utilizaban bajo la ropa para brindar estructura y aumentar la ilusión óptica de la prenda.
Entre estos se encuentran soportes para el busto, almohadillas para las caderas y pompas, así como una sastrería impecable que mejoraba la estructura de la vestimenta aristocrática. Pero este no fue el único efecto de la tuberculosis en la moda.
Contrario a la clase alta, quienes no podían costear todos estos añadidos solían aplicar la técnica de “tightlacing” que consta en apretar lo más posible el cordón del corset para emular la forma que predominaba en ese momento.
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El fallecimiento del príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria, marcó también otra tendencia característica de la época, pues, a partir de entonces, la monarca entró en un período de luto que duraría hasta su muerte, haciendo del negro la tendencia favorita del estilo victoriano que muchas viudas imitaron tras la pérdida de sus propios seres queridos a manos de la epidemia.
Sin embargo, de forma aún mayor, el descubrimiento de la naturaleza bacteriana de la enfermedad y el desarrolló la teoría de los gérmenes ocurridos a mediados del siglo tuvieron un cambio mucho más radical en el efecto de la tuberculosis en la moda.
La idea de que microorganismos pudieran ser la causa no solo de la tisis, sino de muchos otros malestares, fue detonante de la primera gran campaña de prevención a nivel mundial dirigida a las mujeres, a quienes se les pedía olvidarse de las largas colas en los vestidos, las cuales aseguraban “llevaban los gérmenes de la calle a las casas”.
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Así, el largo de los vestidos sufrió uno de los primeros grandes cambios que terminarían en llegar a la mitad del espacio entre la rodilla y el talón, estilo típico de las “flappers” de la década de 1920.
En esta misma época, otro efecto de la tuberculosis en la moda que también desembocaría en el estilo de los veinte fue el rechazo del corset, el cual comenzó a ser señalado como exacerbante de la tuberculosis, al limitar el movimiento de los pulmones y la circulación de la sangre, por lo que se desarrollaron “corsets saludables”, hechos con telas elásticas para aliviar la presión en las costillas.
De tal forma, los primeros pasos en la prevención de la enfermedad también fue registrado por la moda y lo más probable es que algo similar pase en esta ocasión.
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