Este 10 de junio se cumplieron 99 años del nacimiento de Judy Garland, la famosa actriz y cantante que todos conocemos por su papel de “Dorothy” en “El Mago de Oz” y aunque ya contamos con una biopic sobre ella, poco se habla de cómo fue la infancia de Judy Garland.
Pero, aunque su talento continúa viviendo como una leyenda, ella murió en la década de 1960, época en la que se encontraba destituida, casi en situación de calle y cantando en bares donde ganaba 100 dólares por noche.
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Este hecho, sumado a su errático comportamiento, proveniente de su adicción a las drogas y al alcohol ha hecho que muchos se pregunten ¿qué le pasó a Judy Garland? y la para responder a ello, hay que entender cómo empezó su carrera cuando apenas era una niña.
Cómo fue la infancia de Judy Garland
Acorde al libro “Judy y yo”, escrito por Sidney Luft, tercer marido de la cantante y actriz, desde su concepción, la historia de Judy ha sido una complicada pues, según lo que relata, la precaria situación económica de sus padres habría hecho que casi recurrieran a un aborto cuando se enteraron de que tendrían una tercer hija.
Sin contar que este derecho todavía no era legal en Estados Unidos, los métodos utilizados para conseguirlo podían poner la vida de su madre, Ethel Milne en peligro, por lo que ella y su esposo Frank Gumm decidieron no llevarlo a cabo.
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Así, el 22 de junio de 1922, nació en Minessota Frances Ethel Gumm, mejor conocida como Judy Garland, y no tardaría mucho tiempo en dar sus primeros pasos hacia la fama, marcando una pauta para la que sería la infancia de Judy Garland.
Nace una estrella
Como la propia Judy explicó en diversas entrevistas, su primera aparición en un escenario ocurrió poco después de su segundo cumpleaños, cantando al lado de sus dos hermanas el villancico “Jingle Bells” en el teatro de variedades de su padre.
En junio de 1926, la familia se trasladó a Lancaster, California, huyendo de los rumores de que su padre había acosado sexualmente a sus acomodadores masculinos. Ahí, Frank compró otro teatro en Lancaster, y Ethel comenzó a instruir a sus hijas mientras buscaba papeles para ellas en las películas.
En 1928, las hermanas Gumm se matricularon en una escuela de baile y un año después aparecieron en un cortometraje titulado “The Big Revue”, al cual le siguieron varios más que compaginaron con su espectáculo de vodevil durante la infancia de Judy Garland.
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En 1934, el actor y productor George Jessel, quien aparecía con ellas en su show, sugirió que cambiarán su nombre artístico a “Las Hermanas Garland” y así fue como “Judy Garland” surgió.
La bruja mala del oeste
A los seis años, Judy ya demostraba una habilidad como cantante muy superior a la que correspondía a su edad. Sin dar señal alguna de timidez, cantaba la nota exacta, con el timbre adecuado, llevando un compás perfecto.
Sin embargo, detrás de los escenarios, la familia Garland no era tan feliz como aparentaba. En la misma entrevista con Barbara Walters, Judy explicó que sus padres peleaban constantemente y aunque regresaban, ella siempre tenía miedo de las separaciones.
Pero quien más marcaría la infancia de Judy Garland y el resto de sus 47 años de vida sería su madre, a quien la actriz describió como la “verdadera bruja mala del oeste” durante la entrevista.
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Esto porque la presión que su madre ponía en ella para trabajar y convertirse en una celebridad hacía que la tratara de forma más que cuestionable: desde llevarla a presentaciones en casinos ilegales, hasta abofetearla para subir al escenario con todo y dolor de estómago a los seis años.
Pero el peor punto de este abuso llegaría con su primer gran papel a la edad de 13 años y, bajo la supervisión de MGM, los últimos años de la infancia de Judy Garland marcarían el resto de su carrera y corta vida.
Un contrato con el diablo
En 1935, Garland firmó un contrato con la Metro-Goldwyn-Mayer, supuestamente sin tener que realizar ningún tipo de casting y aunque suena como un sueño para muchos que garantizaría una gran vida, la realidad fue muy diferente.
En primer lugar, porque su edad jugaba en su contra: con 13 años, Judy era muy grande para papeles infantiles, pero aún no lo suficiente para roles adultos. Igualmente, los constantes comentarios sobre su apariencia hacían que ella se sintiera con gran ansiedad, como relata el libro “The Golden Girls of MGM” de Jane Wayne.
Acorde a este último, a los 14 años un ejecutivo se refirió a ella como "una pequeña cerda con coletas", y sí, frente a la mismísima Judy; mientras estudiaba cómo pulir su imagen, el presidente del estudio, Louis B. Meyer, la llamaba cariñosamente "mi pequeña jorobada"; y a los 15 años el productor de La melodía de Broadway 1938 le recriminó que parecía un monstruo bailando.
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Así, los últimos años de la infancia de Judy Garland se vieron marcados por una incesante charla sobre su apariencia y algo aún peor: el comienzo de su adicción a las drogas.
Moldeada como la “típica chica de al lado”, desde los 13 años Garland sufrió una dieta impuesta por la Metro basada en sopa, lechuga, 80 cigarrillos diarios para reprimir su apetito, anfetaminas, que además de cumplir el mismo objetivo, le ayudaban a trabajar por más tiempo y barbitúricos para dormir.
Además, su contrato incluía una cláusula de moralidad en su contrato le impedía tener citas o acudir a fiestas y en total dormía solo 4 horas, pues sus horarios implicaban hasta tres días seguidos de grabación.
Así, al llegar su gran papel protagónico en “El Mago de Oz”, muchos pensaban que ya nada se podía poner peor, pero se puso.
El fin de la infancia de Judy Garland
De entonces 16 años, Judy tuvo que utilizar un corset para aparentar el desarrollo físico natural de su edad e incluso ser expuesta al asbesto que era utilizado como nieve, al igual que el resto de sus compañeros.
Pero además de ello, Judy sufrió maltratos en el set. Desde una cachetada porque no paraba de reír durante una toma, hasta ser manoseada por algunos de los actores que interpretaban a los munchkin.
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Por si esto fuera poco, en su autobiografía inédita, Garland narró que el propio Mayer solía tocar su pecho cuando le pedía que cantara “desde el corazón”, hasta que ella le exigió que dejara de hacerlo y posteriormente otro ejecutivo amenazó su carrera cuando ella se negó a acostarse con él.
Si bien Garland logró sobrevivir a esta experiencia, su vida nunca volvería a ser la misma. Pese a recibir posteriores contrataciones que le garantizarían el estrellato adulto, su adicción a las drogas empeoraría con cada una de ellas, hasta que cancelaran su contrato en 1949.
Su vida artística entonces se enfocó a la música y aunque en 1954 retomaría la actuación con el exitoso musical “Ha nacido una estrella”, su comportamiento —derivado de su adicción— en rodajes posteriores le cerró una vez más las puertas de Hollywood.
Así, la infancia de Judy Garland generó un problema que enfrentó el resto de su vida hasta su muerte en 1969 por sobredosis de nada menos que barbitúricos, demostrando los peligros que la industria de los niños estrella ha tenido desde su historia temprana.
Líneas de apoyo
Si conoces a alguien que padezca adicciones, puedes solicitar orientación a las siguientes líneas de ayuda.
Línea de la vida: 800 911 2000
Asociación Mexicana de Psiquiatría Infantil A.C.: 55 13 73 79 54
Línea UNAM: 55 50 25 08 55
Estoy contigo: 55 70 89 39 74
SAPTEL Servicio de Apoyo Psicológico: 55 52 59 81 21
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