Decir que nuestro amor fue un engaño sería una mentira. Gritarle a los cuatro vientos que nuestro cariño se acabó también lo sería. Pero ya no eres el amor de mi vida.
Aunque te quiero con el alma, mucho más que ese primer día, ambos sabemos que la mejor decisión fue separarnos y continuar por nuestros propios caminos.
Llegamos a un momento de nuestras vidas en que lo más saludable era no estar juntos para encontrarnos a nosotros mismos nuevamente y aunque puede que esa aventura reencontremos nuestro amor, también es posible que descubramos nuevos compañeros.
Sin embargo, mi cariño por ti no ha muerto, sigue tan presente como siempre e incluso más porque aunque no seas el amor de mi vida, aún eres mi amigo, mi compañero y, sobre todo, mi familia.
Tú me diste el regalo más hermoso de la vida: a mi hija y por ello siempre te estaré agradecida y nunca dejaré de quererte por amarla a ella más que a nadie en este mundo.
Por ella es que sin importar lo que pase entre nosotros, siempre serás mi familia. Por ponerle una sonrisa en su rostro todos los días, por buscar lo mejor para ella y arroparla al dormir; por protegerla de los peligros y enseñarle a defenderse por sí misma; por hacerla saber amada y por fortalecer su amor propio: por todas estas cosas tú y yo continuaremos construyendo juntos un mismo hogar para ella.
Porque ese amor que compartimos es mucho más grande que todos los amores de mi vida juntos y es el resultado de lo que nosotros compartimos en algún momento y ella mantiene vivo.
Tú entraste en mi vida y la llenaste de amor, de confianza y tranquilidad. Hoy le brindas eso a nuestra hija y es por ello que siempre serás parte de mí.
No, ya no eres el amor de mi vida, pero tú y yo siempre seremos familia por ella, para ver ese brillo en sus ojos todos los días al vernos compartir una vida juntos, aunque ahora tengamos rumbos distintos.
Publicar un comentario