Por qué esperé ‘tanto’ para perder mi virginidad


Tener sexo por primera vez es una decisión que marca tu vida. Y al estar expuestas a tanta información, saber cuándo es la “edad correcta” es muy complicado.

 

Viví mi infancia durante los 90 y mi adolescencia en los 2000, influenciada con la idea de perder mi virginidad cuando estuviera enamorada, con un chico que sintiera lo mismo por mí e incluso que también fuera virgen (jajaja).

 

Esas ideas crecieron en mí cuando tenía 14 años. Platicaba con mis amigas sobre ese momento y “planeaba” que sucediera antes de los 18 años.

 

No fue así. No perdí mi virginidad antes de los 18 porque no tuve novio en la prepa; sí tuve amores platónicos y también tuve mis primeros acercamientos sexuales (léase fajes). Incluso en alguno de estos encuentros, tuve la oportunidad de tener sexo pero tenía mucho miedo.

 

No tenía miedo a la penetración, ni a un embarazo, solo temía arrepentirme. No quería que mi primera vez sucediera solo por “calentura” o para saber qué se sentía.

 

 

Solo quería estar enamorada. Sé que suena tonto y cada año que pasaba era aún más ridículo que esa fuera la razón por la que seguía esperando. Sobre todo porque en mis años universitarios tampoco tuve una pareja estable.

 

Pero así lo quería, ya no esperaba que él estuviera enamorado de mí o que me llamara “novia”. Solo deseaba que yo sintiera más allá que atracción física. Quería conocerlo y que la decisión no estuviera influenciada por el alcohol.

 

Cada año se iba volviendo más difícil, entre las experiencias de mis amigos y la vergüenza de admitir que seguía siendo virgen, llegué a un punto en que ya quería vivir todo eso de lo que se hablaba en reuniones e internet.

 

La primera oportunidad real que tuve de perder mi virginidad fue a los 21 años, con un compañero de la universidad de la que estaba muy enamorada. Nos llevábamos muy bien y nos entendíamos. Él también era virgen. Parecía que por fin iba a pasar, pero faltaba lo más importante: un preservativo.

 

Todo, literalmente, se vino abajo por eso. Los dos acordamos no hacerlo porque teníamos miedo. Fue un momento muy frustrante para mí, pero fue lo correcto en su momento.

 

 

Fue un año después cuando empecé a salir con un chico. Todo parecía perfecto. Nos veíamos casi diario, no parábamos de hablar… Parecía ser el “indicado”.

 

Ya tenía 22 años y cuando le dije que seguía siendo virgen fue muy comprensivo, entendió mi decisión. Todo fue muy fácil con él, no sé si estaba enamorada o creí estarlo en su momento, pero me dio mucha confianza y seguridad, así que decidí que él fuera el primero.

 

Fui la más feliz. Quizá no todo fue perfecto porque me sentía “presionada” por mis amigos para perder mi virginidad, pero fue una decisión que tomé a conciencia y basada en todo lo que creía.

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