El BDSM es un grupo de prácticas sexuales que a muchos intriga, por lo que queremos darte algunos consejitos ya que andas por aquí. Por cierto, ¿sabías que el 24 de julio se celebra el día internacional del BDSM?
La fecha está cerca, así que anímate con esta info que JOYclub nos compartió junto con algunos consejos e información para que por fin te animes a probar estas prácticas sexuales que estamos seguras te harán vivir momentos inigualables.
¿Qué es el BDSM?
Como lo indican sus siglas, el BDSM (bondage, disciplina, dominación, sumisión, sadismo y masoquismo) está conformado por un conjunto de variantes poco convencionales de la sexualidad.
Se da desde jugar el papel de sumiso, sumisa o dominante, incrementar el erotismo asumiendo un rol subordinado e incluso infligir dolor.
Todo debe ir siempre desde el consentimiento mutuo de los implicados y con un fin único en mente: divertirse explorando nuevas sensaciones del placer y descubrir otros colores dentro de la gama de satisfacción sexual que tenemos preconcebida.
Para adentrarnos en el mundo del BDSM es importante estar conscientes y entender que no todo se trata de sexo sumiso o prácticas sado.
Cada sensación es distinta dependiendo de la disciplina que se practique. Además, en una misma experiencia sexual puedes llevar a cabo una o todas las variantes del BDSM.
Recuerda: los límites siempre los pones tú con base en lo que deseas experimentar.
Bondage: El juego de los sentidos
Es un término proveniente del inglés que significa "esclavitud" o "cautiverio", y es que precisamente se trata de todas aquellas prácticas eróticas basadas en la inmovilización del cuerpo de una persona para tomar el control total o parcial de su placer.
Se establece de esta forma una relación de subordinación, en la que el individuo que decide ser subordinado es sometido a los deseos de su pareja.
Bajo estas premisas, la excitación se manifiesta a partir de lo inesperado y entran en juego la dominación y el control, encontrándose la parte sumisa a merced del rol dominante.
En el plano sexual, el bondage no se refiere a que domine un sexo sobre el otro, sino que al menos uno de ellos sea sometido, entregado o humillado, de forma que se provoque la libido.
Durante la práctica se recurre a las ataduras con sogas, esposas metálicas o el uso de vendas y mordazas, así como cualquier elemento restrictivo que prive alguno de los sentidos del subordinado.
Por ejemplo, al tener los ojos vendados no solamente pierdes el control de todo lo que pueda estar sucediendo a tu alrededor, sino que además existe ese factor sorpresa de no saber lo que te espera.
Disciplina: Si rompes las reglas habrá consecuencias
Hace referencia a todas aquellas prácticas BDSM ligadas a un código de normas, castigos, protocolos de comportamiento o adiestramiento impuestos antes del juego sexual y bajo el consenso de los participantes.
El objetivo es generar un ambiente diferente que brinde una dinámica más entretenida para el disfrute mutuo. Es como cuando vas a jugar un juego de mesa y debes seguir unas reglas estipuladas para ganar; sin embargo, siempre habrá quien haga trampa y puede resultar mucho más sensual si en el entorno erótico todo tiene un costo.
Por ejemplo, imponer una postura específica como castigo a la persona sumisa por desatarse las manos en algún juego previo es una norma perfecta para encender la fogosidad del ambiente.
El que asume el rol de sumiso sentirá un gran placer al complacer a su amo o ama, mientras que en el papel de amo o ama el impulso sexual se disparará al saber que de alguna forma se está complaciendo al sumiso o sumisa.
Los roles se pueden intercambiar perfectamente, la idea es pasarla bien y disfrutar a partir de la experimentación.
En esta disciplina la comunicación es vital para llegar a un acuerdo y es muy importante que cada persona conozca lo que le gusta y lo que no, fijando sus propios límites. Ninguno de los implicados debe sentirse obligado a satisfacer deseos que estén fuera de los márgenes establecidos.
Todas las prácticas BDSM rechazan el incumplimiento de un código de reglas en el cual las acciones durante la experiencia no sean sensatas y consensuadas.
Dominación: Ten el control total del placer en tus manos
Como bien ya se ha mencionado, esta es una de las bases principales del BDSM en donde la persona que se adjudica el rol dominante tiene la potestad de actuar de acuerdo con su voluntad sobre la persona que adopta el rol de sumisa.
En la dominación sexual el estímulo placentero se obtiene al ejercer nuestros antojos por encima del individuo que queda a nuestra merced. Debemos estar conscientes de que en cualquiera de las disciplinas, tomar el control y asumir el mando implica muchísima responsabilidad hacia la persona que acepta ser dominada.
Todas las decisiones que se tomen durante el juego sexual deben estar sujetas al consenso y los límites que haya impuesto la misma.
Sumisión: El placer de obedecer
Es la contraparte de la dominación, y así como en el ADN existen genes dominantes y recesivos, ninguno de ellos deja de ser imprescindible para forjar los rasgos humanos. Algo muy parecido sucede en la sexualidad, ambos roles son simbióticos, ya que uno no puede coexistir sin el otro.
En las prácticas BDSM la sumisión es voluntaria, por lo que la persona que adopta el rol de sumisa accede a obedecer y satisfacer el apetito sexual de la dominante, dejando que se actúe sobre su cuerpo con base en el acuerdo mutuo previamente establecido.
Sadismo: Causar dolor nunca fue tan placentero
Dentro de las disciplinas eróticas del BDSM se habla de una persona “sádica” cuando la misma experimenta satisfacción sexual al provocar dolor, humillación o incomodidad sobre otro individuo que voluntariamente acepta ser sometido a dicha situación.
De esta forma, el sadismo es una práctica que consiste en sentir placer infligiendo sufrimiento físico o mental sobre otra persona. Hay que reconocer que muchas veces cuando nos referimos al dolor físico no tiene por qué llegar a ser un dolor extremo.
Algo tan sencillo como mordisquear los pezones puede llegar a ser realmente estimulante para una mujer, así como para un hombre que le arañen la zona de los glúteos. La persona que recibe este trato debe ser quien establezca la intensidad con la que desea experimentar ese dolor con base en cómo lo hace sentirse.
En el papel de sádico se asume un rol dominante en donde se tendrá el control absoluto de la circunstancia. Esto quiere decir que además de disfrutar viendo cómo el sumiso se emociona al recibir unas buenas nalgadas o azotes, deberá velar en todo momento por su cuidado evitando cualquier accidente.
Todo debe haber sido previamente consensuado, y si el dolor llega a dejar de disfrutarse, entonces se termina el juego. ¡No hay nada más sabroso durante el encuentro sexual que ser el culpable de todas las manifestaciones de placer de nuestra pareja!
Masoquismo: El dolor como propulsor de tus sensaciones
Obtener placer a través del dolor es lo que define a una persona como “masoquista”. Sin embargo, cuando este dolor produce sensaciones eróticas, al ser causado por un individuo que ha acordado ser parte de esta situación, es lo que se conoce como masoquismo en el BDSM.
Para muchas personas resulta vergonzoso admitir que sienten una excitación sexual por el propio dolor físico o mental al ser humillados o dominados sexualmente. Lo cierto es que esta misma vergüenza es el sentimiento que activa el deseo sexual por ser sometido adoptando un papel de sumiso.
Es importante entender que cada quien tiene un umbral de dolor diferente que debe ser respetado y reconocido por la pareja. Esto permitirá establecer un acuerdo mutuo y consensuado sobre el nivel de intensidad que se desea llegar a experimentar en la práctica. Incluso se recomienda pautar una palabra de seguridad en caso de querer abortar la misión.
Todo lo que necesitas es escoger los roles, establecer un código de reglas que se adapte a las necesidades de los participantes, encontrar los atrezos para entrar en escena y disfrutar de la magia de la función erótica.
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