'Antes valías la pena, ahora la das': la carta que nunca le envié a mi exnovio


Antes valías la pena, ahora la das es lo único que puedo pensar de ti ahora que sé que harás una vida con quien no amas. 

No me imagino cómo será estar en tu lugar pero tampoco tener compasión por ti. Tú has decidido esto y aunque con tu decisión has enterrado mi corazón, en un hoyo oscuro y profundo, ya no hay nada que hacer.

¿Qué clase de amor es el tuyo cuando no pudiste resistir nuestra única tormenta? No puedo creer que el rencor te haya cegado así. 

Quiero que sepas algo: me equivoqué, pero cuando quise ser valiente, tú preferiste el reproche, por encima de nuestro amor.

Es verdad que nos conocimos en la peor de las circunstancias pero tu amor me hizo darme cuenta que tenía que terminar con él para estar contigo. Tu amor me hizo valiente

Y cuando al fin lo dejé, todas tus palabras de amor y promesas se vinieron abajo. Hiciste caso a los comentarios venenosos de tus amigos: 'Ella no vale la pena', 'Si se lo hizo a él, te lo hará a ti también', 'Haz lo que tengas que hacer con ella y después deshazte de ella'.

Pero lo que más me duele es que cuando la vida nos regaló una nueva forma para hacer las cosas bien, tú la desperdiciaste. La vida da segundas oportunidades, no revanchismos. 

Pero tú, necesitabas tu venganza, hacerme pasar por lo que supuestamente yo te hice pasar a ti. La única diferencia es que yo lo hice sin alevosía, sin ventaja; todo el daño que te ocasione fue siempre por mis circunstancias. Tú en cambio lo planeaste todo. 

¿Cuál era el fin? ¿Con qué propósito? Sólo provocar dolor y sufrimiento

Ahora, poniendo todo en perspectiva, me doy cuenta de lo cruel y falso que has sido, no sólo conmigo, contigo también.

¿Por qué me despreciaste? ¿Por qué traicionaste a tu propio corazón? Ya no tengo palabras de consuelo, ni para ti, ni para mí. 

La elegiste a ella, y lo respeto. Ella no tiene la culpa de nada, ella no sabe que la utilizas como  un solitario a su animal de compañía. Ella no sabe que me amas, porque eres tan cobarde que no puedes hacer frente a lo que dicta tu propio corazón. 

Tú te mereces esto. Tú mismo te has dado sepultura. Me amabas y yo a ti como nunca antes había amado a nadie en toda mi vida. No existe nada que no me acerque a ti, no faltan recuerdos que me embriaguen de melancolía y aprieten mi pecho sofocando cada respiración.

Nada hubiera podido separarnos nunca, ni siquiera el castigo más terrible de Dios. Tú por tu propia voluntad lo hiciste. Yo no he destrozado tu corazón, tú lo has destrozado, y, al hacerlo, has destrozado el mío.

Sí ahora te escribo como lo hago, es únicamente porque tu propio silencio, tu cruel y horrible silencio, así lo demanda. 

Antes valías la pena, ahora la das. Antes brillabas, ahora vives con el alma en la tumba. Ya no siento más que lástima por ti. Te perdono lo que me has hecho pero cómo vas a hacer para perdonarte y te des cuenta como has desperdiciado tu vida. 

Un hombre, aparentemente triste, está sentado en su habitación bajo las sombras. La luz apenas entra por la ventana.

 

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