Mientras tú crees que me mientes... yo finjo que te creo


Hace algunos años me involucré en una relación que empezó como una hermosa historia de amor: yo estaba enamoradísima de él, y él parecía ser el hombre indicado, ése con el que una fantasea con pasar el resto de su vida... o algo así.

Yo estaba en mis veintes y él era sólo un poco más grande que yo. Estábamos descubriendo nuevas etapas juntos, y todo parecía ir muy bien hasta que él empezó a engañarme.

Muchas veces creemos que las relaciones tóxicas son con personas horribles, manipuladoras o personas sin amigos... y en algunos casos es así. Pero en realidad, muchas veces las relaciones tóxicas se dan con personas a quienes realmente amamos e incluso nos aman, pero que tienen problemas e inseguridades que los sobrepasan.

Todo empezó cuando descubrí por accidente mensajes de texto y de redes sociales en los que coqueteaba con otras mujeres, e incluso algunos de ellos eran de un coqueteo ya completamente explícito y hasta con fotos.

 

Foto de hombre mirando extraño a una mujer.

* Foto: iStockphoto

 

Al principio no quise decirle nada: pensé que él no podría aguantar la mentira, y confesaría lo que había estado haciendo... nunca sucedió eso.

Y entonces empezó el juego terrible: él me mentía, y yo fingía que le creía.

Aparentaba que no sabía nada, pero eso sólo terminó por lastimarme más: ver cómo intentaba engañarme, que nunca fuera capaz de decirme lo que yo sabía que estaba haciendo fue uno de los momentos más terribles de nuestra relación.

Lo peor es que durante todo ese tiempo le hablaba de mi sexto sentido, le contaba sueños que había tenido, y le mostraba mis inseguridades para que él confesara finalmente que me engañaba.

Como en casi todas estas historias, al final terminé diciéndole lo que sabía, y él no reaccionó arrepentido. Se enojó porque no confiaba en él, y porque había estado invadiendo su privacidad para descubrir todo eso.

Aunque al principio el hallazgo había sido un accidente, yo buscaba cualquier oportunidad para revisar su celular, para entrar a sus redes y para saber qué otras cosas hacía.

Después de ir a terapia, y de terminar esta relación, me di cuenta de lo dañino que era para ambos esa dinámica, y de que lo mejor habría sido separarme de él desde el inicio o al menos decirle lo que había encontrado.

Por fortuna aprendí muchas lecciones de esa situación, y no he vuelto a repetirla en mis relaciones futuras. ¿Les ha pasado algo así?

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