Lo otro eran simulacros...Tú eres el incendio


 

 

El día que te conocí supe que no había vuelta atrás. Jamás estuve tan segura sobre algo, pero llegaste como terremoto a mi calma.

Bastó con fundirme en tus ojos profundos una sola vez para saber que las anteriores solo fueron un ensayo para lo que creamos.

Desde nuestro primer encuentro llevo tu olor en la memoria y el sabor de tus labios en cada exhalación. Qué vicio más grande es para mi tu presencia.

Quién diría que después del fracaso vendrías tú como recompensa a simbrar las paredes de mi pasividad. A enseñarme sensaciones que nunca sentí.

Soy otra después de ti y te lo agradezco porque este cariño y esta pasión eran desconocidas para mí, nunca pensé alcanzar lo que ahora siento.

Recuerdo el día que nuestras miradas se cruzaron, yo estaba tan tímida como siempre. Te vi de lejos, te observé por un tiempo y algo en mí me decía que estabámos en la misma sintonía.

Hablarte fue el mejor riesgo que tomé y aunque ese día no planeaba salir con el amor de la mano, me encontré contigo.Pero así es el destino, a veces planeas todo y te cae un torbellino.

A partir de la mañana que desperté junto a ti supe que no quería pasar otro amanecer con alguien que no fueses tú. Estaba tan confundida. No sabía si era demasiado pronto para decirte: no te vayas más.

Porque tu cuerpo ya era mi casa, mi sitio seguro, ese de donde no se quiere salir y donde fui bienvenida.

No dormimos nada y aún así soñé contigo. Trazaste un periplo directo al placer en todo mi cuerpo y ahí nos quedamos naufragando.

Qué fortuna saber que fui correspondida, que también llegué como agua a apaciguar tu fuego y que juntos hicimos un incendio.

 

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