Estar soltera no significa debilidad, significa ser fuerte para esperar lo que se merece


 

Cuando terminé con una de mis relaciones más largas mi profundo miedo  era contarle a toda mi familia que ese, con el que me iba a casar, había decidido quedarse con una de mis damas de honor y que no habría boda.

Durante 10 años, todos, absolutamente todos, nos decían la ‘pareja perfecta’. Vaya peso inecesario para un par de universitarios novatos en el amor. Pero bueno, fácil no fue, al contrario, no había una sola cosa que no me recordara al miserable que me rompió el corazón.

Evité todo, fiestas familiares, conversaciones con mi hermana y hasta con mis padres, al final tuve que decirles que mi relación se había acabado y con el tiempo también tuve que admitirlo frente al resto de mi familia.

La verdad es que no me daba vergüenza haber terminado una relación y estar soltera, me daba vergüenza confesar cómo me habían visto la cara de tonta mi supuesta amiga y mi ex.

Con la costumbre de 10 años encima, mis primeros meses se soltería fueron fatales, me dediqué a la fiesta, el ligue y el descontrol, debo confesar que no tenía balance, me ilusionaba con cualquier idiota que se cruzaba en mi camino y luego ahí estaba otra vez llorando en mi cuarto cuando una nueva decepción amorosa llegaba a mi vida.

Ahora recapitulo esos oscuros momentos de inestabilidad y entiendo que estar soltera no significa debilidad, no cuando entiendes que un clavo nunca saca a otro clavo. Una gran mentira que nos hemos creído durante años.

Es cierto, al terminar una relación sentimos que ya nada tiene sentido, hacemos todo lo posible por encontrar de nuevo esa estabilidad que nos dio la vida en pareja y pocas veces nos detenemos a disfrutar nuestra soledad.

Esa soledad que tanto nos pesa y que poco hemos intentado utilizarla como una forma de amarnos a nosotros mismos, explorarnos y revisar qué hicimos mal en el pasado. Porque algo hicimos mal, nadie es perfecto cuando se trata de amar.

De la soltería aprendí que cosas no volvería a tolerar en una relación, también conocí los límites, pero sobre todo entendí que yo soy mía y de nadie más, que mi tiempo es lo más valioso que tengo y compartirlo es un regalo que ya no podía darle a cualquiera.

Pasé más de tres años sin tener nada en serio, claro que salí, claro que tuve noches llenas de pasión, pero el amor no solo es eso.

Muy tarde comprendí que el amor de pareja es solo una opción y que cuando dejas de buscarlo, éste llega cuando tiene que llegar, o no llega jamás.

Por fin pude ver una versión mía que no conocía, porque pasé una década siendo la novia de alguien y a veces hasta me olvidé de mí para poder satisfacer las absurdas exigencias de la pareja moderna.

Esa soledad me dejó la lección más fuerte de mi vida: Estar soltera no significa debilidad, significa ser fuerte para esperar lo que se merece, y lo que mereces lo determinas tú.

 

 

 

 

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